La iniciativa permitió conocer experiencias exitosas de recolección, procesamiento y comercialización de hierbas nativas en las regiones de Ñuble y Biobío, abriendo nuevas perspectivas productivas para las participantes.


Con el objetivo de promover el uso sustentable del boldo y abrir nuevas oportunidades de desarrollo productivo para mujeres rurales, el Instituto Forestal (INFOR), organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, realizó una gira técnica a las regiones de Ñuble y Biobío, en el marco del programa “Transferencia tecnológica para la promoción de plantaciones de boldo con fines comerciales en la región de Valparaíso”, iniciativa financiada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).

Durante tres días —entre el 22 y 24 de julio— seis agricultoras de Cuncumén y Cartagena, junto a tres asesoras técnicas del Programa Prodesal de San Antonio y Cartagena, visitaron experiencias de agregación de valor y comercialización de productos elaborados a partir de hierbas medicinales, como el boldo, el culén y el maqui.

La primera parada fue Kimün Biotec, empresa ubicada en Chillán, especializada en el desarrollo y exportación de ingredientes alimentarios y suplementos derivados de plantas nativas. Las participantes conocieron sus instalaciones, los procesos de abastecimiento de materia prima, transformación y elaboración de productos, así como los mecanismos de trazabilidad y comercialización.

“La experiencia fue muy enriquecedora. Pudimos aprender sobre hierbas medicinales desde una perspectiva tecnológica y también desde un enfoque tradicional, lo que resulta muy valioso para apoyar a nuestras usuarias”, señaló Fernanda del Real, asesora técnica de Prodesal Cartagena.

La gira también incluyó una visita a la Agrupación de Recolectoras Sol Naciente, en la localidad de Manco (región del Biobío), donde las participantes conocieron de primera fuente el trabajo que realizan en la recolección de hierbas, su secado, envasado y comercialización. Allí se generó un valioso intercambio de experiencias entre mujeres rurales que enfrentan desafíos similares.

Susana Benedetti, investigadora de INFOR y coordinadora del programa, destacó que “conocer en terreno emprendimientos de distinto tamaño es fundamental para la transferencia tecnológica. Las participantes no solo vieron el potencial de transformar el boldo en productos de calidad con valor agregado, sino también comprendieron que existen nichos de mercado más allá de la venta a granel. Este tipo de experiencias permite pasar de la teoría —de nuestras unidades demostrativas— a visualizar oportunidades reales de negocio”.

Además, subrayó el valor de lo que definió como una “transferencia de par a par”: “Poder intercambiar ideas con mujeres de contextos ambientales y socioculturales similares fortalece el aprendizaje y motiva a pensar en el boldo no solo como una planta silvestre, sino como una alternativa viable de desarrollo económico local con identidad territorial”.

Para María Luisa Verdugo, agricultora de Cartagena, la experiencia significó un cambio de mirada respecto al uso del boldo: “Aprovechar una especie nativa del bosque esclerófilo, que cada vez es más escasa, es muy interesante. Este proyecto me ha permitido iniciar una plantación con el objetivo de producir hojas de buena calidad, que concentren boldina —su componente bioactivo— y que puedan generar ingresos para nuestras familias. Queremos alimentos libres de agroquímicos y este tipo de iniciativas nos abre una nueva visión sobre cómo aprovechar el boldo de forma sustentable y responsable con el medioambiente”.

La gira contó también con la participación de Gonzalo Ruedas, ejecutivo de FIA para las regiones de Biobío y Ñuble, y Ornella Valdebenito, facilitadora del proyecto GEF “Restauración de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos a escala de paisaje en áreas productivas agroforestales y su entorno”, quienes valoraron la articulación interinstitucional y el enfoque práctico de la experiencia.

Actualmente, INFOR ha establecido tres unidades demostrativas en la región de Valparaíso: un huerto casero, un invernadero de alta densidad y una plantación bajo sombra. Estas unidades permiten a las agricultoras explorar distintas modalidades de producción de boldo, adaptadas a las condiciones locales, y sentar las bases para un modelo sostenible y con proyección comercial.